Álvaro Moreno Aguilar: Un atacante de otra época en el fútbol de hoy
En el fútbol base, hay jugadores que destacan por su entrega, otros por su talento y algunos pocos, muy pocos, por su capacidad de cambiar un partido con una sola acción. Álvaro Moreno Aguilar pertenece a ese selecto grupo de futbolistas capaces de desequilibrar un encuentro en cuestión de segundos. Atacante del equipo cadete del Chiclana Industrial, es una auténtica pesadilla para cualquier defensa. Su velocidad, su visión de juego y su sangre fría en el área lo convierten en un delantero letal, de esos que ya no se ven tanto en el fútbol moderno. Álvaro no solo juega bien, juega con inteligencia. No necesita estar constantemente en contacto con el balón para ser determinante. Su lectura del partido es impresionante: sabe cuándo atacar los espacios, cómo arrastrar a los defensores y en qué momento preciso definir. Puede jugar como delantero centro, pero también se mueve con soltura por los costados, generando caos en las zagas rivales con su explosividad y cambios de ritmo. Es ese tipo de jugador que, cuando encara en el uno contra uno, deja sin opciones a su marcador. Su último partido contra el Conil fue la prueba definitiva de su calidad. Tres goles, cada uno con su sello particular. El primero, pura velocidad y definición quirúrgica; el segundo, una muestra de su oportunismo dentro del área; el tercero, un golazo de auténtico crack, de esos que hacen levantarse a la grada. Pero más allá de los goles, lo que realmente impresiona de Álvaro es su carácter. No se esconde, no teme la responsabilidad. Cuando su equipo más lo necesita, ahí está él, pidiendo el balón, enfrentándose a la defensa rival y dando esperanza a los suyos. En una época en la que el fútbol se llena de extremos convertidos en delanteros y mediapuntas disfrazados de ‘9’, Álvaro es un delantero de los de antes: el que vive para el gol, el que siempre tiene la portería entre ceja y ceja, el que genera peligro cada vez que pisa el área. Con solo verlo jugar, queda claro que tiene algo especial. Si sigue trabajando como hasta ahora, no hay dudas de que su nombre seguirá dando que hablar. Porque el talento puede nacer, pero la determinación es lo que hace a los verdaderos cracks. Y Álvaro tiene ambas cosas.