El portero es un hombre solo.
Solo, viste de manera diferente a los demás.
Solo, con 10 compañeros de espaldas y 11 adversarios frente a él.
Hay defensores, mediocampistas, delanteros, pero al final del día, está solo.
Solo, cuando tiene que ofrecer su mejor rendimiento.
Solo, cuando, a regañadientes, recoge un balón en la red.
Solo, cuando salva el resultado y aprieta los puños.
Solo, cuando, por su error, el equipo pierde y la carga de la derrota recae sobre él.
Solo, los sábados por la noche, cuando no puede dejar de pensar en el partido.
Solo, durante los entrenamientos, cuando debe entrenar aparte del resto del grupo.
Solo, cuando tiene que motivar a un compañero que lo está pasando mal.
Solo, cuando tiene que mantener la moral de los compañeros a raya.
Solo, cuando defiende al equipo. Es un papel maravilloso para unos pocos elegidos.
Si para bien, eres el mejor; si fallas, eres el chivo expiatorio.
Pero al final, siempre estará listo para cargar con la responsabilidad y nunca retrocederá, listo incluso para pagar por todos.